El oro por sí mismo no sé empaña ni se corroe. Sin embargo, con su uso normal, tu joyería de oro acumulará eventualmente una película de jabón, aceites corporales e incluso grasa. Cuidar apropiadamente tu joyería de oro incluye limpiezas periódicas, lo que te permitirá mantener esas joyas en tan buena condición que te sentirás muy orgulloso de tenerlas a lo largo de tu vida.

 1.    Quítate tus joyas de oro antes de ducharte, bañarte, o limpiar.

 La exposición a jabón y otros químicos pueden quitarle el brillo a las joyas de oro, necesitando limpiezas más frecuentes.

  • Esto es especialmente importante si estás usando limpiadores abrasivos, ya que el oro fino es un metal suave y se rayarán con facilidad.
  • El cloro puede causar también decoloración permanente en el oro. así que mejor quítate las joyas antes de meterte en una bañera caliente o en una piscina.

 2.    Manipula tus joyas de oro con cuidado, ya que piezas delicadas así como las gemas pueden doblarse o soltarse.

 3.    Pule tus joyas de oro con una gamuza si parece que está perdiendo su lustre.

  •  Esto debería ser suficiente para restaurar el brillo al instante, sin ninguna limpieza adicional.
compromiso

La historia del 14 de febrero como #DíadelAmor o de los Enamorados, se remonta al año 270 D.C., cuando Claudio II, emitió un decreto en el que prohibió contraer #matrimonio. El emperador de Roma estaba convencido de que los hombres casados eran malos soldados ya que, en caso de guerra, no querían separarse de sus familias.
Valentín fue obispo durante este período de opresión y pensaba que los decretos de Roma eran indignos. Además estaba convencido de que el pueblo debía ser libre para amar a Dios y para contraer matrimonio, por lo que les pidió a las parejas jóvenes que fuesen a él. Éstas lo hicieron y Valentín los casó en secreto.
El emperador lo sentenció a ser ejecutado, por lo que Valentín fue arrestado y enviado a prisión. Durante las últimas semanas de su vida, uno de sus carceleros reconoció en el obispo a un hombre de letras y llevó a su hija Julia, ciega de nacimiento, para que reciba lecciones de él. Valentín le leyó cuentos de la historia romana, le enseñó aritmética y le habló de Dios. Julia aprendió a ver el mundo a través de los ojos de Valentín, hasta que finalmente las sucesivas súplicas de la joven por contar con el sentido de la visión fueron escuchadas. En la víspera de su muerte, Valentín le escribió una última carta a Julia pidiéndole que se mantuviera cerca de Dios y la firmó “e tu Valentín”, sin saber que daba origen a la tradición de enviar mensajes de amor en esa fecha. Valentín fue ejecutado al día siguiente, el 14 de febrero del año 270 D.C, cerca de una puerta que más tarde fuera nombrada Puerta de Valentín para honrar su memoria.

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